Refugiados sirios en el Líbano: una situación a largo plazo que necesita un apoyo sostenible

21 septiembre 2022

Refugiados sirios en Líbano
Mohammad, de Siria, dentro de la barbería que abrió en Beirut, Líbano.

La contribución de los inmigrantes y desplazados es fundamental para el crecimiento social y económico de nuestras sociedades. Sus valiosas habilidades y su voluntad de sacrificio enriquecen a las nuevas comunidades en las que viven, siempre y cuando se les acoja adecuadamente y se les ayude con iniciativas que promuevan su autorrecuperación[1].

El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) trabaja para mejorar los medios de subsistencia de los más vulnerables en todo el mundo, no solo desde el punto de vista económico, sino también para devolverles la dignidad, la confianza y la esperanza. En el Líbano, un país agotado tras una crisis sin precedentes y sin signos de recuperación, este tipo de apoyo es muy necesario ya que las consecuencias del colapso son especialmente graves para los ciudadanos no libaneses.

 

 

 

Mohammad y su mujer Dijla —ambos de 31 años— llegaron a Beirut en 2012 huyendo de la guerra en Siria y él pronto empezó a trabajar duro como barbero hasta que pudo abrir su propia barbería. Del mismo modo, Dijla se esforzó por encontrar un trabajo y realizó diferentes formaciones sobre belleza y mantenimiento general, pero nunca ha conseguido ponerlas en práctica.  Su único objetivo era —y sigue siendo— construir un futuro mejor para sus dos hijos. Antes de la crisis, el negocio de Mohammad tenía un éxito relativo. Incluso había contratado a un ayudante y, en su tiempo libre, hacía voluntariado impartiendo clases sobre las habilidades personales a niños vulnerables. Contribuía activamente a la sociedad libanesa, demostrando que los refugiados pueden desempeñar un papel importante en el cambio social.

Estoy dispuesto a trabajar en cualquier campo para mantener a mis hijos
Mohammad

Sin embargo, en 2020, todo cambió. La explosión que destruyó parte de Beirut perjudicó no solo su negocio, sino también el bienestar psicológico de toda la familia. Unos meses más tarde, el empresario se esforzó por restaurar los daños, pero la crisis siguió agravándose hasta hoy, haciendo que Mohammad no pueda llegar a fin de mes. La falta de electricidad y la alarmante inflación que afecta a todos los productos y servicios básicos, incluidos los alquileres, le impiden reducir los precios y conseguir más clientes. Mohammad es muy proactivo e intentó instalar baterías y paneles solares en la tienda, pero los costes están lejos de ser asequibles y todo es tan caro ahora que incluso los niños dejaron de ir a la escuela. Muchas necesidades básicas no están cubiertas, pero la educación de sus hijos es, sin duda, su máxima prioridad.

«Realmente haría lo que fuera necesario (…) La gente quiere ser mejor constantemente y yo soy muy ambicioso, pero nunca he tenido la oportunidad. Disfruto de mi carrera y mi afición, pero estoy dispuesto a trabajar en cualquier campo para mantener a mis hijos», admite Mohammad.

 

 

Aunque sueña con volver a Siria con su familia algún día, haría cualquier cosa menos volver hasta que una economía más estable en el país les permita empezar una nueva vida. Tras 10 años de desplazamiento, su situación se ha prolongado y requiere soluciones a más largo plazo.

Puede que se nos considere una carga para la sociedad, pero en realidad no lo somos porque queremos contribuir. Debemos apoyarnos mutuamente en la medida de lo posible.
Mohammad

El JRS cree que la mejor manera de servir a los desplazados es ofrecerles un apoyo sostenible. Reconocemos el ingenio de los refugiados, su poder para superar los retos por sí mismos; por lo tanto, proporcionaremos a su familia asistencia en efectivo con el objetivo de fortalecer el negocio de Mohammad y su capacidad para aumentar sus ingresos a medio y largo plazo.

Al fomentar la resiliencia, podemos reducir la dependencia de la asistencia y ayudar a los refugiados a impulsar las economías locales al tiempo que promovemos la cohesión y la inclusión social. Podemos crear un futuro mejor para todos, pero se necesita más concienciación e inversión global para cumplir esta misión.

«Es difícil construir un futuro en un lugar donde la comunidad local ya está devastada y todos se enfrentan a los mismos problemas. Puede que se nos considere una carga para la sociedad, pero en realidad no lo somos porque queremos contribuir. Debemos apoyarnos mutuamente en la medida de lo posible», concluye Mohammad.

 

 

[1] Mensaje para la 108a Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2022 | Francisco (vatican.va)

 

 

Conozca más sobre el trabajo del JRS en la región de Oriente Medio y África del Norte y en el Líbano.